miércoles, 11 de julio de 2012

Capítulo 37


-Narra Pilar-


Al escuchar sus palabras me quité corriendo el pañuelo que me había colocado para no ver. Al quitarlo puedo ver una puerta donde ponía ''214''.
-¿Estamos en un hotel?
Sacó de su bolsillo una tarjeta sin decir palabra alguna la cual sería la llave de la habitación. La introdujo en una ranura para abrir la puerta. 
-Pasa mi vida- dijo en español
-¿Sabes español?- le respondí
-Poquito- siguió hablando en español
Esto me hizo reir. Era la primera vez que le escuchaba decir algo en español. Entré a la habitación y pude observar que encima de la cama habían pétalos de rosa y una guitarra. En una mesa auxiliar dos copas y una cubitera llena de hielo con una botella de champagne. Ya continuamos hablando en inglés.
-¿Y esto?- lo observaba todo sonriendo.
-Algo especial para ti-me abrazó por detrás.
-Pero hoy es el día de los dos, no solo mío-me giré y pasé mis manos por su cuello
-Pero quiero lo mejor para ti. Porque estando contigo y tú siendo feliz, yo soy el hombre más feliz del mundo. Del universo, de los planetas, de la galaxia y todo eso de fuera- reimos - Te quiero- volvió a decir en español.
- Y yo a ti -le respondí. Le besé con ganas. Me separé- espera, ¿y la guitarra? -se separó de mi, se sentó en la orilla de la cama y cogió la guitarra colocándola en señal de tocar.
- Pensé en tocarte alguna canción
- ¿Un concierto para mi? -me senté en frente suya
-Para ti- sonreimos- ¿quieres alguna canción en especial antes de empezar yo?
- Mm...- pensé - Alguna del disco Up All Night
Comenzó a cantar One Thing. Esa canción era de las que más me gustaban por no decir la primera de todas. Todas eran preciosas, pero esa era la que más me transmitía. No deje de escucharle, ni de seguirle la canción y menos aún de sonreir. Su voz, él, cantando para mi. Nunca lo había imaginado pero estaba ocurriendo. Todo era tan perfecto.
- ''... you've got that one thing''- aplaudí y reí
-Precioso, me ha encantado
-Ahora quiero cantarte una pero no me mates por la pronunciación
-¿Porqué lo dices?
Comenzó a tocar las primeras notas de la canción, me sonaba muchísimo de haberla oído muchas veces antes pero no sabía cual hasta que comenzó a cantar:
'' Como siempre cada viernes él despierta su corazón. Y detiene el mundo entero para verla.
Como siempre en la tendita de la esquina está la flor que sabe que ha nacido para ella.
Mientras va por el camino de su casa al amor él revisa varias veces su bolsillo.
Él ya sabe exactamente que es lo que va a decir, y en su mano aprieta fuerte el anillo.
Quiero amarte y cuidarte por el resto de mi vida. Besarte hasta que duele el corazón.
Quiero caminar contigo nunca mas decirte adios y que el tiempo no pase jamás.
Como siempre toca el timbre y ella sonrie al ver la flor pero siente que esta vez es diferente.
Con la voz quebrada y de rodillas, toma su mano fuerte y en lágrimas le jura para siempre''


[La canción se titula 'El anillo y la flor'- Luis Fonsi]


Mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar esa canción. Poco a poco y una a una iban callendo por mis mejillas.  
- Zayn, ¿porque has elejido esta canción?- me quité las lágrimas con el dedo
-Porque trata de que un chico le pide matrimonio a su novia
-¿Que quieres decir con eso?
Tras mis palabras se puso de pie y cogió mi mano. Me puse de pie yo también. Se arrodilló delante mía. No me lo podía creer.
- Zayn, Zayn, espera, ¿que estás haciendo? 
- Pilar, eres mi vida, eres la razón de mi existencia. Eres todo lo que tengo, lo que más me importa en la vida. Siempre has estado ahí, en mis más y en mis menos. Me perdonaste cuando nunca debí hacer lo que hice. Y por todo eso quiero estar contigo toda mi vida -de nuevo salían lágrimas de mis ojos y pude observar que sacaba un anillo de su bolsillo. Se aclaró la voz. - Pilar García, ¿quieres casarte conmigo?
En esos instantes se me salía el corazón del pecho. Me quedé sin respiración, no sabía qué decir, qué hacer, como reaccionar. Solo lloraba, pero una palabra salió de mi boca.
-Si -asentí
-¿Si?
-Si, si quiero casarme contigo Zayn- sonreimos. Se levantó y rápido me abrazó. Nos besamos y me colocó el anillo en el dedo. Volví a besarle con más ganas. Me cogió en peso y rodeé su cintura con mis piernas.
- Te quiero princesa -me retiró las lágrimas de los ojos y de las mejillas.
- Te quiero más príncipe -le besé.
Seguimos besándonos. Me dejó caer despacio en la cama, él se puso encima mío. Pasó su mano por dentro de mi camiseta y fue subiéndola poco a poco. Fui subiendo su camiseta hasta que llamaron a la puerta.
- Servicio de habitaciones
-¿Y si decimos que no estamos?- susurré
- No podemos, he pedido yo- dijo entre besos. Se levantó y se bajó la camiseta para abrir la puerta.
Cuando se fue me acosté en la cama con la almohada puesta en la cabeza. No dejé de mirar el anillo. No me lo podía creer me iba a casar con el hombre que amo. Todo era tan perfecto no quiero que acabe esto nunca. Entró el camarero en la habitación invadiéndome mis pensamientos. Dejó el carro y se fue. Me levanté a ver lo que había pedido. ¿Fresas con nata? Que hombre este... Reí para mi misma.
-¿Ya te estás riendo otra vez?- me abrazó por detrás. Cogí una fresa y le di un mordisco.
-Ajam- reí y me di la vuelta- ¿te pinto los labios de rojo?- sonreí
-¿Como?
-Así -le pasé la fresa mordida por los labios. Me mordí los míos. - Que guapo- reimos
- Ahora tengo los labios pegajosos -seguimos riendo
- Eso se soluciona - pasé mi lengua por sus labios y luego los besé - Solucionado- reí y me separé de él tumbándome en la cama.
- ¡Ven aquí! - Se subió a la cama poniéndose encima mío -Sigo teniendo los labios pegajosos.
-¿Si? -Asintió. Le agarré la cara suave por los mofletes y le acerqué a mi. Le besé. Él siguió besándome. Pasé mi pierna por su espalda y comencé a subirle la camiseta de nuevo. También hizo lo mismo conmigo hasta quitarmela, como yo a él. Fuimos quitándonos la ropa el uno a otro hasta quedarnos sin ninguna. Me miró a los ojos, yo a él, pude comprovar la seguridad que tenía con él. No tenía miedo de nada a su lado. Le sonreí un poco y comenzó a besarme de nuevo. En ese instante nos hundimos en nuestros cuerpos. Poco a poco nos íbamos haciendo uno. Agarré su mano. Entrelazó sus dedos con los mios. Sonreí. Cada vez era con más pasión y con más ganas. De vez en cuando apretaba su mano y él lo hacía con más delicadeza. Se tumbó de nuevo en la cama.

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