sábado, 14 de abril de 2012

Capitulo 32.


-          ¿No quedamos en que me llamarías, Zayn?


-          Quería darte una sorpresa. – Me fijé en que estaba la mesa puesta, se lo había currado bastante. Se encontraba en ella dos vasos de zumo de naranja, tostadas, dos cafés de los que salían humo de lo caliente que estaban. También había un vaso largo con una rosa en medio de la mesa. 


-          Pues lo has conseguido. – Sonreí y me senté en la silla. Cogí una de las tostadas que había preparado y la unté en mantequilla. Le di un mordisco. – Pero que conste. – Me tapé la boca con la mano. – que con esto no voy a olvidarlo todo tan rápido. 


-          Lo sé. – Se sentó en frente haciendo lo mismo que yo. – Me apetecía venir a prepararte el desayuno. 


-          ¿Y cómo has entrado? 


-          Isa, que es un cielo. 


-          Siempre la chica por en medio, no sé cómo lo hace. – Le di otro mordisco a la tostada. Era imposible que me hubiese hecho eso, todavía no me lo creía tratándome como me trata. Pero todos cometemos errores, y él lo tuvo. Todos merecemos segundas oportunidades, ¿no? Le miré a los ojos, le brillaban. Ese brillo de amor que también estarían en los míos. Se acercó con intenciones de besarme. Esta vez no me moví. – Si lo haces, estás perdido. ¿Lo sabes? – Se volvió a sentar con una sonrisa pícara. – Entonces ¿No nos tomamos el café por la tarde?


-          Yo no dije eso. – Silencio. – Tengo libre. Estoy a tu disposición todo el día. Hacemos lo que tú quieras. – Estallamos en carcajadas.


-          Pues… - Miré hacia los lados. – La ropa no se limpia sola y estos platos tampoco. – Le guiñé un ojo. Seguimos riendo mientras recogíamos la mesa. Luego estuvimos hablando un rato tirados en el sofá. Recordé la noche que pasé en ese mismo sofá hace apenas unos días. Parecía que todo empezara de cero. Y eso era exactamente lo que quería, empezar de nuevo, como si nada malo hubiese pasado. Después un par de horas llegaron Isa y Amelia. Al ver allí a Zayn se quedó algo extrañada y con una cara que no sabría muy bien describirla pero parecía que no le agradara la visita. Isa se lo explicó todo mientras la llevaba a la cocina para dejar todo lo que habían comprado. – Venga, ya es hora de irse. – Le dije levantándolo del sofá.


-          ¿Me estás echando? – Dijo con gesto bromista, cruzándose de brazos y haciendo como si se enfadara. Nunca te dediques a la comedia, Zayn.


-          ¡Sí! – Reí. Le empujé hasta la puerta.


-          ¿Nos vemos a la tarde?


-          Claro. – Le di un beso en la mejilla.


-          Hasta luego, amor.


-          Adios. – Cerré la puerta. Me quedé parada, apoyada en ella un momento. No escuchaba ruidos así que supuse que él estaba haciendo lo mismo. Vi a Isa cruzar el pasillo. - ¡Eh, tú! – Se giró. - ¿Qué es eso de dejarle pasar así sin pedirme si yo quería o no?


-          Pero, ¿A qué te ha gustado el detalle? – Decía dándome codazos suaves y alzando las cejas de arriba abajo. 


-          La verdad es que sí. – Fuimos a la habitación. – Al final quedamos esta tarde.


-          Bien, ¿no?


-          Sí. Pero todavía no quiero besarle. – Asintió. – Es que sería ponérselo en bandeja y dar a entender que por más que me engañe va a tenerme ahí y no es así. Porque… - El sonido de mi móvil interrumpió.


¿A las cinco y media en tu casa? Te quiere Zayn xx 


Una sonrisa de tonta se dibujó en mi cara. Le respondí.


Vale. ¿Me tengo que poner guapa? Pilar no tanto xx


Me sumergí en mis pensamientos, en cómo había pasado todo, recordando todos y cada uno de mis movimientos hasta entonces. Y también en cómo me había cambiado la vida el venir a Londres. Ahora que lo pensaba nos quedaba un mes y menos de una semana aquí. ¿Cómo sería volver a España? No quería pensar en eso ahora.


-          ¿Quieres comer? – Me preguntó Isa desde la cocina.


-          No gracias, comed vosotras. Grité para que me oyeran. No tenía nada de hambre después del genial desayuno que me había preparado mi… que me había preparado Zayn. Pii, otro mensaje.


Tú siempre vas guapa. Pues Zayn nunca dejará de hacerlo xx


Acto seguido me llegó otro de él.


Sí, arréglate un poco. Quiero que sea como el primer día. ¿Recuerdas?


Me tiré en la cama con el portátil, mientras se iniciaba le respondí.


Para olvidarlo. Vale y jamás digas nunca. 


Me metí a twitter, eso cada vez estaba más petado. Eso pasaba por ser la novia de un famoso. Porque seguía siendo su novia, pero era algo raro ahora mismo. No sé muy bien que somos.


Créeme que nunca dejaré de quererte. – Aquí acabó nuestra conversación, pues si le contestaba eso no iba a terminar nunca y no es que fueran baratos para mí.
Escribí un tweet después de tres días sin hablar.


Todo el mundo merece segundas oportunidades.


Al segundo un montón de gente empezó a comentar. Era imposible responder a todas. Pasé un rato hablando y contestando menciones. Miré el reloj y eran las cuatro y media. Cerré el portátil y me duché. Lavé el pelo y lo sequé. Me lo dejé rizado, me daba pereza ponerme a coger ahora la plancha. Me puse una falda de color salmón con una camisa de flores y tacones a juego. Me maquillé. Todo esto me llevó más de lo que me esperaba. Tocaron al timbre, era él. Isa contestó, yo apuré y en diez minutos ya estaba lista del todo.


-          Perdona, perdona. – Fui al salón corriendo. Le di un beso en la mejilla y salimos de allí. Antes nos despedimos de Isa. Ella le susurró un “suerte” pero lo suficientemente fuerte como para que yo lo oyera. Andamos un rato por las calles. - ¿A dónde vamos?


-          A perdernos.


-          Buen sitio. – Reímos. Seguíamos andando, íbamos separados. Me sabía tan raro esto. Me sentía como insegura e incómoda, ninguno hablaba. Sin tan siquiera pensármelo me acerqué a él. Nuestras manos se rozaban. Le cogí un dedo y él toda mi mano entrelazando sus dedos con los míos. No podía dejar de sonreír. Le miré, el miraba al suelo. Alzó la mirada hacia la mía y yo la aparté vergonzosa. Subí la mirada hacia él, el cual la apartó también con vergüenza. Dos viejos enamorados reviviendo de nuevo. Carraspeó. - ¿Qué pasa?


-          No, nada. – Pasamos por un pequeño bar de copas. - ¿Entramos? – Propuso.


-          Me parece bien. – Me hizo pasar primero llevándome hacia el interior con su mano puesta en mi cintura. El dueño saludó a Zayn y nos llevó hasta un jardín con flores donde habían cinco mesas contadas. El sitio desde fuera parecía pequeño pero desde luego no lo era. Nos sentamos en una de ellas. – Que bonito es este sitio. – Asintió. Vino el camarero y pedimos unas bebidas. Estuvimos hablando mientras las traía.


-          Perdóname por ser tan capullo.


-          Ayer ya lo hablamos, Zayn. Está todo bien.


-          No te merezco.


-          No digas eso.


-          Lo digo porque es cierto. – El camarero trajo las bebidas. Terminamos y Zayn fue a pagarlas. Salimos del local. Íbamos en dirección al piso. Ya estaba bien por hoy, estaba agotada, necesitaba descansar.


-          No tenías por qué haber pagado.


-          No tenía por qué haber hecho lo que hice y así fue.


-          Te he dicho que estás perdonado, déjalo.


-          Si yo hubiera sido tú, no sé si podría haber perdonado. – Silencio. - ¿Por qué tu lo has hecho? – Estábamos a pocos metros del piso. Nuestras manos seguían unidas.


-          Porque te quiero, Zayn. Te quiero demasiado como para que mis sentimientos cambien tan rápido. Y un beso no significa nada, aquí vales los actos. – Agachó la cabeza. Llegamos a casa. – Lo he pasado genial, gracias. – Cambié de tema.


-          No las des. – Me dio un beso en la mejilla.


-          Ya hablamos mañana. – Asintió.


-          Adiós. – Se dio la vuelta para irse pero aún seguía mi mano unida a la suya. Tiré de ella acercándola a mí. Se dio la vuelta y en un acto de valor, le besé. Mentiría si dijera que no echaba de menos aquellos labios. Me separé no demasiado, seguía sintiendo su respiración acelerada.


-          Adiós. – Sonreí y él hizo lo mismo.


2 comentarios: