-Narra Pilar-
Ahí
estábamos los dos en ese parque tan bonito lleno de árboles verdes, flores, con
su polen que hace que estornudes y te pique la nariz, bichitos y demás,
sentados en un banco cercano a donde quedamos.
-
Y bueno dime, ¿para qué hemos
quedado? - Dije levantando la mirada del suelo y fijándome en su sonrisa.
-
Para estar contigo - Dijo serio
pero sin dejar de sonreír - Ya que esta mañana no tuvimos ocasión de hablar.
-
¿Conmigo? – Repetí.
-
No, con otra chica, pero te necesitaba por si la cagaba y me ponía
nervioso- Dijo con un tono irónico que se notaba a kilómetros.
-
Ah bueno, si has quedado con otra... - Me levanté.
-
Pilar por favor... - me echó
una mirada asesina.
-
¡Vale, vale! - Reí y me volví a sentar.
Reímos los dos, y sin que me dé cuenta, pasó su mano por mis hombros. Cogí su mano y me apoyé en él.
-
Qué bonito - Dijo Zayn.
-
¿Los árboles? - volví a bromear, y de nuevo reí.
-
Pilar... - Dijo en tono desesperante. Pero seguía con la sonrisa puesta, no se le iba.
-
Vale ya, dejo de decir tonterías.
-
¿Vamos a algún lado? - Me quitó la mano de los hombros y me senté bien.
-
Lo que tú quieras - le miré a los ojos, eran tan preciosos. Podría tirarme horas y horas mirándole y no cansarme.
-
Vamos - se levantó y me ofreció su mano. Se la cogí y me levanté, me
puse bien la ropa y comencé a andar a su lado.
-
¿Y dónde vamos ahora?- Dije intrigada.
-
Deja de preguntar, señora preguntona - No pude contener la risa.
-
Sí señor Malik. - Elevé la mano abierta hacia la frente.
Andamos un buen rato, creo que una media hora, pero se me pasó rápida.
-
Haber, ahora necesito taparte
los ojos. - Puso sus manos en mis ojos tapándolos.
-
Claro hazlo, no preguntaré que
si no me matas - Al estar así, tan cerca suyo me sentía tan protegida. Como si ya nada pudiera pasarme.Andamos como unos 50 metros.
-
Ya estamos aquí - Me destapó
los ojos, y lo primero que vi fue un atardecer precioso. Eran las siete y media
de la tarde, normal, ya era hora de que oscureciera.
-
Qué bonito Zayn - Dije mirándo con la boca abierta el atardecer.
-
Me gusta venir para relajarme.
Tenía razón se está realmente bien aquí. Se puso mi lado, demasiado junto de lo normal. Latía mi corazón a mil por hora, parecía que se iba a salir. Había un silencio, pero se rompió enseguida.
-
Te gusta? - Dijo él. Asentí y le miré. Sentí como cogía mi mano con la suya y yo entrelazaba los
dedos. Reí y me escuchó.
-
¿Pasa algo?
-
No, sino que... no sé - Seguí riendo.
-
¿ El qué no sabes, cariño?- Seguía preguntando. Joder, cariño. Quedaba tan bien diciendolo él.
-
Que no sé si esto es verdad. Hasta hace unas semanas, era yo unas de
estas chicas de esta mañana, la típica gritona, llorona y que no paraba de
hablar de este moreno que tengo a mi lado, o sino que te lo diga Isa porque
no... - Me calló con un beso, ¿Estaba soñando? ¿Estaba besando a Zayn? ¿Zayn Jaawad
Malik? Él sonrió tras el beso.
- ¿Te lo crees ahora?
- Si - dije afirmando secamente y tocándome el labio.
-Narra Isa-
Comencé a
vestirme, me puse lo primero que pillé. Me recogí el pelo con una coleta y
listo.
Había pasado
media hora justa desde su llamada y no había venido. ¿Y si se ha arrepentido de
quedar conmigo? Esto de esperar no me gustaba, me ponía a pensar y me rayaba
mucho. Pasó un par de minutos y tocaron al timbre.
-
¡Yo voy! – Dije corriendo por el pasillo y alargando la o demasiado.
Era él, le abrí. Para esperar a que subiera, fui al baño y cogí un perfume, uno
que me solía poner siempre allí en España, y que aquí todavía no me había
puesto. No lo encontraba por ninguna parte, miré bien y ahí estaba. A veces cuando llevamos prisas e intentamos ir lo más rápido posible es peor, aún te retrasas más. Me lo eché y cogí lo más rápido que pude el móvil y lo metí en el
bolso. Salí al pasillo pero no estaba ni la puerta abierta, como la había
dejado por última vez, ni Niall allí.
-
¿Y Niall? – Le dije a Amelia al ver que no estaba.
-
Se ha equivocado. - ¿Qué decía? Yo le había abierto la puerta, no se
había equivocado. Fui deprisa hacia la habitación y me asomé por la ventana. Lo
vi que estaba cruzando la calle.
-
¡Niall! ¡Niall! – Le grité. Me escuchó y se giró. No sonreía, tenía la
cara seria. – Espera que ya bajo. – Levantó el pulgar hacia arriba. - ¿Por qué
no has dejado que entre, Amelia? – Pregunté abriendo la puerta para irme.
-
Intentó besarme, otra vez. - ¿Besarle? ¿Otra vez? ¿Pero esta mujer
estaba bien? ¿Acaso lo conocía? Demasiadas preguntas rondaban ahora por mi
cabeza, pero no quise hacer ninguna, no quería hacerle esperar más. Bajé y allí
estaba delante de la puerta de entrada al piso con las manos en los bolsillos y
la cabeza agachada.
-
Siento la espera. – Decía mientras cerraba la puerta, le daba dos
besos y comenzábamos a andar.
-
No, es mi culpa. Tenía que haberme acordado de que vivía aquí. –
Joder, me estaba todo pareciendo tan raro. Se conocían, eso era obvio. Pero,
¿Qué pasaba?
-
¿Quién, Amelia? – Seguíamos andando. Él estaba serio, yo
desconcertada. Pasaba algo raro. Pero la había intentado besar, ¿era idiota?
-
Sí. – Dijo sin pensárselo. Paré de andar y lo miré con rabia.
-
¡¿Y por qué coño intentas besarla?! – Estaba enfadada o ¿serían celos?
-
¿Qué? – Habló dándose cuenta de que no le seguía y girándose para
mirarme a la cara.
-
Lo has oído bien. – Fue hacia a mí.
-
No, yo no he intentado besarla. Ya la dejé en su momento y ahora
intentar besarla ¿soy imbécil? - Hablaba subiendo el tono cada vez más,
haciendo movimientos con las manos y los ojos abriéndose más y más. Yo me quedé
callada con los brazos cruzados y mirándole fijamente. – Es mi ex, Isa. – Bajó
el volumen. – Y cuando me ha visto ahí en su puerta ha pensado mal y me he ido
para llamarte y quedar en otro sitio. – Descrucé los brazos y seguí hacia
delante dejándolo atrás. Amelia era su ex, demasiado fuerte. Enseguida me alcanzó. Después de unos segundos de
silencio, decidí romperlos.
-
¿A dónde vamos? – Nuestras manos se rozaban pero eran demasiado
cobardes como para cogerse.
-
A Hyde Park. Me encanta ir allí a tocar la guitarra. Es un lugar
bonito. – Hizo un gesto como si estuviese tocando una, que tonto parecía. Pero
un tonto monísimo.
-
¿Y no te has traído la guitarra? – Le dije buscando a ver si llevaba
alguna. Negó con la cabeza y esbozó una de sus sonrisas. Mi manó puso valentía y
cogió la suya. Le pilló de sorpresa, no se lo esperaba. – Pues yo quería que me tocaras alguna canción tuya. - Dije
poniendo cara triste.
-
Para eso tendremos que quedar otra vez. – Dijo con una sonrisa pícara,
alzando una ceja y entrelazando sus dedos con los míos.
-
¿Solo una? – Seguía con mi cara triste y esta vez haciendo pucheros.
-
Todas las que haga falta. – Levantó nuestras manos hasta quedarse
apoyadas en el hombro más alejado. Y me besó suavemente en la mejilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario